jueves, 1 de septiembre de 2011

Cuando creo no me preocupan estilos o movimientos artísticos, pienso, muy particularmente que el acto de creación es un proceso subconsciente que debe reflejar, de un modo muy personal, la conciencia reflexiva del artista ante el medio social en que vive. “Arte es creación”. Desde este prisma cada artista debe ser capaz de impregnarle a su obra particularidades identitarias como su mismo ADN.
Más que un grabador o un pintor me considero un poeta visual, un simbolista que juega con imágenes y recrea las formas desde un punto de vista interior, para llegar a la verdadera superficie de ellas. Las imágenes que brotan de mis cuadros parten de un signo, que a mi modo de ver, identifican fielmente al ser humano, el cráter, como representación gráfica del espíritu, que a veces se presentan de modos grotescos como formas mutiladas, ojos sin pupilas, a modo de cráter, que más que una expresión vacía, muestra una profunda expresión y convidan a ver la esencia del ser haciendo un llamado a transitar por los sentimientos y ver más allá de las formas engañosas que a veces se nos presentan falsamente bellas, a poner el contenido por encima de la forma y desnudar el cuerpo para percibir el alma.
No me preocupa lograr códigos atractivos de belleza, prefiero miradas reflexivas  que rostros deslumbrados, y es que es muy fácil mirar, lo difícil es lograr ver, y esto solo se logra mirando las cosas por dentro y desde adentro.
Mi obra no critica, solo invita a la reflexión de lo esencial y a despojarnos de superficialidades.
“No traten de ver lo que escuchan, intenten oír lo que ven”